Caelo




                Te juro que me deslizaba por las nubes. Que mi cuerpo se elevaba cual liviano folio y veía el mundo desde las alturas.  Sí, no me crees, pero yo volaba. Y lo hacía con tanta gracia que los pájaros me envidiaban. ¡Eran de algodón dulce!, ¡las nubes eran de algodón dulce! Las probé y en nada se parecían al vapor de agua que todo el mundo cree que las constituye. Son de azúcar ligero; de edulcorante suave. Iguales que las que probamos en la feria del pueblo, tan esponjosas...  

               Guárdame el secreto, cariño, no le digas a nadie que todas las noches vuelo. Shhh... Silencio, por favor. Si más gente lo descubre perderé mi magia, y ya no podré deslizarme por las alturas. Y adiós. Sí, adiós a toda la felicidad que me regala el cielo. 

             ¿Quieres volar conmigo? Vente, cariño, vente. Contigo iría a cualquier lado, al fin del mundo. Recorramos el horizonte, allí donde se oculta el sol. Quiero enseñarte lo bonitas que se ven las cosas desde arriba; una vez beses el cielo no querrás bajar. Los árboles te parecerán piruletas verdes, de lima limón, los coches gominolas y los edificios..., los edificios cajas de cereales. ¡Cajas de cereales! Y la gente que está dentro de ellos Choco Krispis.




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