Estupen(graciada)



            He tenido un sueño que me ha dejado con un escalofrío recorriendo las entrañas. Un sueño que me ha dejado con hambre, pero sin ella. Con una amargura que me carcomía el alma hasta llenarla de agujeros. Fue mi sueño el responsable de que a veces pensara que ninguna de mis desgracias habían sido en vano; qué más vano era no haber descubierto en sí lo que era perder.

            Llegó entonces el duendecillo para arrancarme las ansias de escribir; le dio un tirón a las palabras que tenía escondidas en la cartera del bolso. Le dio un tirón a toda yo, para luego lanzar(me)la a los cocodrilos sin escamas. Cocodrilos de carne y hueso, qué viven lejos de África. Cocodrilos qué no comen personas, pero sí lo hacen. Y, si no te devoran, deseas que hubiera sido así.

            Todos los triste(villosos) días sueño. Todos los desgracia(lices) días cierro los ojos, para anhelar como una patéti(ranzada) qué todo cambie. A veces busco, también, mi bolsa de polvo de hadas. Luego recuerdo que la he gastado toda y ya no venden ni un ápice en el supermercado.





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