Acabo de calentar el agua, que vierto sobre una taza con la intención de prepararme el té. Me quedo mirando cómo desprende humo e inhalo, abarcando la esperanza de que desprenda algún aroma. Se ve blanca, como lo es la taza por dentro, y me siento triste cuando pienso en que la voy a ensuciar. Iba a malograr la tábula rasa que es, y aquello me atormentaba. El hecho de que el agua se mimetizara con el fondo de la taza, me extasiaba. Me extasiaba, también, experimentar que no tuviera olor. Aquel líquido se medía en consonancia a su entorno: era voluble en relación a su alrededor. Como un pedazo de arcilla a la espera de que la modelen. Me veo, entonces, reflejada sobre el agua de la taza que había empezado ya a enfriarse.

Hundo la bolsita de té verde. Espero. Conforme van pasando los segundos, el líquido se tiñe del color de las hojas. Sonrío, pero estoy triste: es una sonrisa triste, como yo. Me gusta sonreír porque parece que desafío al dolor. La vida me da guantazos mientras que yo, en cambio, mantengo la compostura. Era como los músicos del Titanic: impertérrita hasta cuando el barco se iba a hundir, siendo el consuelo de los pasajeros. 

Decido echarle un poco de miel al té, para endulzarlo. Después, empiezo a beber a sorbos cortos. El agua, que fue una tábula rasa, había dejado de serlo. Su esencia ha cambiado. Desprende un olor que inunda mi nariz de abajo a arriba. Sonrío de mentira, porque no sé sonreír de verdad. Sigo bebiendo para redescubrir aquella sustancia; como si así pudiera obtener respuestas sobre cuestiones existenciales. El líquido finalmente se consume.

El té, que parasitó el agua, ya no está. En cambio queda la taza, con los posos como recordatorio del crimen. Aquello era una prueba más de cómo funcionaba la vida: nacíamos limpios, con el propósito de sentirnos parte del mundo. Después, algo nos atravesaba hasta convertirnos en alguien diferente. Y, por último, llegábamos a ser el amasijo de cicatrices del fondo de una taza. Estoy segura de que por eso las brujas miraban el futuro en los posos de té.

 

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