Vs

 

Los contrincantes se miraron desafiantes a los ojos, como si de este modo se asegurara su victoria. Alma sacó el arma de sus tobillos, pues estaba oculta en su holgado pantalón vaquero. Marco, por otro lado, jugó con su maza divertido; él tuvo a la vista en todo momento su artilugio de ataque.

Indecisa, Alma se acercó hacia Marco con sus dagas en posición defensiva; anhelando poder clavarlas en el pecho del joven. Marco sonrió con vehemencia e impulsó su mazo repleto de pinchos hacia ella; la chica retrocedió asustada al ver cómo el arma de su enemigo se hundía en el terroso asfalto y lo hacía añicos. Las cadenas de la maza, en aquel ambiente tenso, crepitaban estridentemente.

Alma reculó, impotente, no podría atacarle de frente; estaba claro que el artilugio de Marco, aunque fuera lento, actuaba de manera letal. Al menos, Alma contaba con la ventaja de su agilidad y velocidad.

Marco se mantuvo en guardia, lanzando la maza contra su contrincante y recogiéndola tan rápido como podía. La chica sacudió su cabello castaño, alejándolo de su rostro, a la par que dio un salto hacia la izquiera. Echó a correr aprovechando una distracción de su enemigo que le supuso a éste una desventajosa pérdida: Alma se colocó a la espalda de Marco y posicionó el filo de su daga sobre la garganta de éste; el frío y gélido metal del arma hizo que el corazón de Marco diera un brinco.

—¿Cuáles son tus últimas palabras? —inquirió altivamente la contrincante.

Marco dejó caer las cadenas de su mazo y desenfundó una navaja, oculta en su pecho, tan rápidaente que Alma no tuvo tiempo de reaccionar; la hoja se hundió entre el hueco de las costillas superiores de la joven. Alma gritó, sorprendida por aquel ataque que le mordía la piel y le desgarraba las entrañas.

La sangre abandonó lentamente el cuerpo de la chica, la cual cayó al suelo agotada; abrumada por aquella certera puñalada, que probablemente le arrebataría la vida. Marco sonrió y se colocó de rodillas frente al cuerpo desmadejado y sanguinolento de Alma.

—¿Cuáles son tus últimas palabras? —dijo él, repitiendo burlescamente la misma pregunta que su enemiga le formuló.

Alma, furiosa, recogió toda la saliva que pudo con la intención de escupirle en la cara.


 

Nunca había escrito una escena de lucha; creo que se nota por lo forzada que me ha quedado =w='' 
 

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