Que yazca en el suelo tu amarga esperanza;
cansada, agria y gris.
Hagamos un poema con ella
y recitémoslo cuando el sol vaya a salir.
Que yazca en el suelo tu angosta alma:
repleta de cicatrices, imperfecciones y marcas.
Hagamos una poema con ella
y recitémoslo bajo la luna marfil.
Y después, más tarde Lindo
veremos al suelo desquebrajarse
hundiéndose tras él
aquello que acabó de yacer.
Y después, todavía aún más tarde Lindo,
aquello que engulló de ti la tierra morirá
para reencarnarse en la simiente
de una nueva oportunidad.
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