En aquel momento, miro la profundidad de tus ojos verdes, y en ellos, olvido mi identidad. Aquel verde hierba hace que me plantee que no es tan descabellada la idea de que en mi mundo existas sólo tú; y de que tu simple y llana presencia es la única relevante en la basta extensión del universo.
Tal vez, ni siquiera yo formo parte de la realidad. Tal vez... Sí; posiblemente mi ente es una invención de la tuya. Formo parte de tu imaginación; formo parte de ti. Los dos somos un único ser. Soy una extensión de tu mente y tú eres mi creador.

En aquel momento, miro la profundidad de tus ojos verdes, y en ellos, me veo reflejado como me podría haber ocurrido en un espejo. ¿Por qué tu iris es tan opaco? En ocasiones me pregunto si tienes alma. A veces pienso que te pareces demasiado a Christian, el personaje de una de las historias que escribo. Y éso me aterra.
Tú..., tienes alma, ¿verdad? Espero que sí; porque los protagonistas de los relatos no la tienen. Ay, conforme más te contemplo me encuentro con una mirada más vacía. Tengo miedo, ¿sabes? Mucho miedo.
Tú..., tienes alma, ¿verdad? Espero que sí; porque los protagonistas de los relatos no la tienen. Ay, conforme más te contemplo me encuentro con una mirada más vacía. Tengo miedo, ¿sabes? Mucho miedo.
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