El chillido desgarrado de la niña rasgó el ambiente como lo haría un cuchillo.
Inmediatamente el mundo se detuvo.
- Los coches ya no circulaban por la carretera.
- Los niños cesaron su juego en el parque.
- Los adolescentes concluyeron sus risas y bromas de la pubertad.
- La vecina de enfrente dejó de cocinar un pastel de manzana en el que ponía tanto esmero para sus nietos.
El Sol perdió su brillo.
La Luna renunció a su magia.
Durante unos instantes el grito estremecedor de una chiquilla paró el mundo;
lástima que la duración del mismo fuera tan corta como para ser apreciada.
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