Kai&Claudia

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—Eres plenamente consciente de que no te voy a dejar salir de aquí, ¿verdad? Las ventanas están insonorizadas; eres mi prisionera.

Claudia se puso a llorar llena de rabia e impotencia; su llanto hizo eco en aquel zulo. Los ojos del asesino se centraron en ella con un ápice de tristeza que trataba vanamente de ocultar.

—Pooor... faa... Por favoorr... —logró balbucear ella inmersa entre lágrimas—. ¡Déjame salir! Te prometo que no abriré la boca; te juro porque me muera ahora mismo que nadie sabrá que tú matas por dinero.

El asesino se aproximó a ella; los ojos azul oscuro de él se clavaron en los grises de Claudia con furia y a la vez con otro sentimiento que ella era incapaz de descifrar.

—No —negó de manera tajante.

Claudia se convulsionó, furiosa. El asesino acercó su rostro al de la joven.

—Te amo —le susurró al oído con suavidad— y no sabes lo que lamento que te hayas visto implicada en esto; no tendríamos por que haber terminado así.

Claudia se mordió los labios indignada.

Inesperadamente, el asesino la besó de la manera exacta a la primera vez que ambos estuvieron juntos. Ahora no eran las mismas circunstancias; todo había cambiado lo suficiente como para que aquello no se sintiera del mismo modo que antes.

—¿Por qué, Claudia? —quiso saber él dolido—. ¿Por qué no me perdonas?, ¿por qué no tratas de comprender lo que soy? ¡Dame una oportunidad! Olvidemos lo ocurrido y actuemos como si no hubiera pasado nada.

Claudia bajó su mirada hacia sus manos esposadas.

—Kai —empezó ella utilizando el nombre falso que él le dio—. Has matado a un hombre delante mía, me tienes esposada en una habitación insonorizada y me has mentido acerca de quién eres —Claudia suspiró, aún en estado de shock—. Eres un asesino; mis ojos no te pueden mirar de otra manera.

—Antes también lo fui y me amaste.

—No —dijo ella—. Me mentiste, yo nunca vi tu verdadero yo hasta este momento y aunque sienta algo por ti soy incapaz de quitarme de la cabeza la idea de que ganes dinero segando vidas.

Kai, dolido, inspiró suavemente.

—Cierto —sonrió de manera amarga—, soy un asesino insensible y no me importa forzarte a que estés a mi lado; ahora mismo me da igual que me odies. Tengo más miedo al hecho de no estar a tu lado.

1 naufragios:

Laura Ankariva dijo...

Ayy l' amour... que complicado... sobretodo si dudas de aquel que amas...

Muy buen relato! =D

Besos <3

 
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