Despedidas

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«La gente empezó a decir que yo era lesbiana, sonreí, no hay sexo incorrecto si hay amor en él».

Marilyn Monroe.

Patricia sacudió su cabellera rubia inmaculada, retirándose de su cara las hebras que le impedían la clara visión de aquella escena. Erika se iba. Patricia quiso negarse a sí misma la importancia de su partida, pero en aquel momento le resultaba complicado fingir que aquello le daba igual. Le dolía.

Erika mantuvo su mirada gacha; algo habitual en ella. Nunca miraba hacia algún lugar que no fuera el suelo.

Erika era menuda. Su pálida y cremosa piel hacía un contraste encantador con su cabello castaño oscuro. Si bien era cierto Erika no tenía mucha mata de pelo, no obstante el que adornaba su rostro era tan suave y brillante que compensaba su déficit de mechones. A Patricia siempre le gustó cómo se veía Erika. Era tan pequeña... Cada vez que Erika hacía un mohín de timidez o se avergonzaba Patricia tenía ganas de estrujarla y sentirla cerca suyo.

—Adiós, puta —dijo Patricia en tono seco—. No sabes lo que me jode tenerte que acompañar al jodido aeropuerto, pero ya sabes, mi madre me obliga puesto que yo tengo coche y mi deber como vecina es hacerte el favor de traerte aquí.

Erika asintió herida. Patricia se dio cuenta de ello pero le dio igual, éste no era el momento apropiado para lanzarse sobre ella e implorarle que se quedara. Por mucho que la amara Patricia no podía olvidar que por culpa de aquella niñata que no medía más de uno cincuenta había descubierto sus inclinaciones lésbicas.

—Adiós Patricia. Lamento las molestias —musitó Erika en a penas un susurro encogida del miedo y la incertidumbre de no saber si había pronunciado las palabras apropiadas. Lo único que ella quería era no crear molestias a nadie. Ojalá fuera invisible.

Patricia tragó saliva conmovida por la dulzura de la chica. Quiso abrazarla; lo deseó con todas sus fuerzas. Sus manos se volvieron puños y sus uñas se clavaron en sus palmas. Erika se percató de aquello y retrocedió intimidada.

—No me pegues —dijo, reprimiendo sus crecientes ganas de llorar—, por favor...

Patricia se odió más a sí misma si aquello cabía.

—No te haré nada —espetó con sequedad de manera brusca. Vacilante, separó sus brazos y envolvió a Erika con su cuerpo. Sólo un abrazo de despedida; no había nada malo en ello, ¿verdad? Apretó aquel diminuto cuerpo contra el suyo con fuerza, extasiándose al sentirla tan cerca. El olor del champú de Erika inundó sus fosas nasales.

—El avión va a salir —habló Erika. Su voz era música para los oídos de Patricia—. Debería de irme ya.

Patricia no la soltó.

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Me piro pa' Italia siete días de fin de curso ._. ay Dios mío lo que me espera... -.- No tengo muchas ganas de ir, la verdad xd

Bueh, entrada yuri inspirada en mi viaje de partida. Espero que os haya gustado *-* <3

Mi musa sigue sin volver y tengo sueño, así que pido perdón si he escrito alguna incoherencia ._.

¡¡Nos vemos dentro de siete días!!

1 naufragios:

Andrea Pascual López dijo...

mm me encanta eltexto pero no creo que llege a comprender jamas como una persona puede juzgar a otra por hacer lo más bello que existe que es querer a alguien
Espero que sigas entreteniendonos a tus lectores con estos textos me gustan mucho :)

 
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