¿Y tú?, ¿por qué escribes?
Escribo porque mi sueño es llegar a ser una escritora capaz de mantenerse económicamente con sus obras. Sé que esa frase la he repetido un número incontable de veces pero qué queréis que haga si es la verdad.
Me imagino a mí misma de adulta con ya patas de gallo en los ojos y unas cuantas arrugas en la boca de tanto sonreír. Vivo en un loft con vistas a toda la ciudad, junto a mi pareja y mi portátil; con el que mis dedos se deslizan sobre su teclado incansablemente; tejiendo una red de fantasía en mi documento de Word.
Tengo una imagen de mí, o bueno, de cómo me gustaría ser dentro de unos años bastante clara. Me gustaría ser bohemia; vivir únicamente de mi arte aunque en ocasiones no me diera suficiente dinero para mantener el alquiler del loft, o para pagar algo con lo que llenar la nevera. Sería como Mozart; él sufrió penurias viviendo de sus obras, pero le dio igual, el caso era que era un compositor libre. Gozaba de un privilegio que no tenía nadie en su época.
Desde pequeñaja siempre me gustó escribir. Recuerdo que en el colegio mi querida profesora Maribel me animaba a ello, así que sinceramente le debo muchísimo, porque si no fuera por sus comentarios a mí no se me habría ocurrido coger un bolígrafo para otra cosa que no fuera hacer los deberes o un trabajo de clase. Maribel era la mejor, en todo momento me apoyó alegando que se me daba bien narrar y que tenía bastante imaginación.
Siempre he sido una niña extraña. De pequeña me iba a la luna de Valencia a la mínima; fantaseando con los protagonistas de películas o libros. Me gustaba imaginarme a mí misma con ellos, viviendo aventuras y librándome del tedio de la rutina diaria. Era maravilloso tener en mi mente una vida poco monónota. Dentro de mi cabeza todo era posible.
Hubo una temporada en la que dejé de escribir. Ya no leía absolutamente nada (ciertamente de peque leía poco y se notaba bastante en el hecho de que me costaba hacerlo cuando nos obligaban a leer en voz alta) y mucho menos escribía. Recuerdo que a la gente le asombraba que yo escribiera con facilidad cuando a penas leía. En mi colegio muchos me acusaban diciendo que aquello que redactaba lo hacía otra persona por mí. En mi época de déficit creativo (duró unos tres o dos años) tuve periodos en los que a pesar de que a penas escribiera había días en los que cogía un bolígrafo y narraba poemas o microrelatos.
Creo que lo que me hizo volver a teclear otra vez fue mi cambio de instituto y la introversión que me desencadenó aquello, puesto que nadie se acercaba a mí y tampoco se me concedía la oportunidad de abrirme. En aquel momento me abstraje a mi mundo inteligible y estuve durante mi primer año de instituto nuevo navegando en mi mente imaginándome feliz y con un gran número de amigos.
Según yo fue en aquel momento, en mi instituto nuevo, en el que me di cuenta de lo que yo quería ser de mayor. Escritora. Era consciente de que no se me daba mejor que a nadie y todos los contras que aquello me desencadenaba, pero ¿qué mas da? Lo único que a mi ver contaba era que me gustaba. Así que pienso luchar para vivir de mi arte con uñas y dientes. Además hoy en día publican textos bastante peores que los míos; si esos autores de pacotilla pueden, yo también.
Y ahora me diréis, ¿por qué nos has escrito esta parrafada? Porque estoy desmotivada y cansada de tanto examen; el curso se me está haciendo cuesta arriba. Necesito un descanso.
Me frustra que mi agotamiento secuestre mis ganas de hacer lo que más me gusta; me cabrea y me enrabia pensar que cuando llego a casa de lo único que tengo ganas es de meterme al msn a hablar con mis amigos de internet a los cuales no he visto jamás en persona y echo de menos. Pero bueh, en un futuro sacarme la carrera de filología me servirá para escribir cosas mejores que ésta, así que soy consciente de que necesito ponerme las pilas en los estudios.
Necesitaba redactar este texto para ver si me motivo un poco y ahora que termina el curso me pongo las pilas en el tema escritura. Espero que con esta reflexión consiga enjaular a la perra de mi musa para que jamás me abandone.
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