Música descriptiva

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Escucha esta canción a la par que lees lo que he escrito. ¿Has sido capaz de imaginar lo que te describo? Éso es lo que siento cada vez que escucho esta obra.

¡¡Venga!! Dale al play y espérate unos segundos hasta que sientas cada nota, después lee mi texto con lentitud, asimilando cada una de mis palabras. Todo muy despacio, sino el efecto que te quiero causar no surgirá.




Al principio serenidad frívola; es la calma previa a la tempestad. Miras con desconfianza cada rincón que te rodea; buscando esa bruma que te persigue y te envuelve. ¿La notas? Sí; ahí está. ¿Cómo es que aún con los pelos de punta tus ojos siguen engañándote al no indicarte nada externo que la delate?

Te sientes idiota, y empiezas a correr en círculos sin llegar a ningún lado. No tienes ningún objetivo. Bueno... Sí. Dejar de ser el cervatillo indefenso presa del depredador.

¡¡Silencio!! ¡¡Sé que estás ahí!! ¡No me engañes!

Y vuelta a empezar.

Aunque pasen cien años seguirás corriendo en la misma dirección; ¿a qué sí? Porque eres su prisionero y lo demás no importa.

Gritarás, gemirás con fuerza tratando de encontrar una bocanada de oxígeno a la que aferrarte para continuar huyendo. Pero seguirá tras de ti; reclamándote; demandándote todo y nada.

Es un enemigo invisible que se funde con el viento cada vez que giras la cabeza para cerciorarte de que te sigue. Es el aire, es la noche, es la tempestad; son tinieblas; horizonte, sangre y oscuridad.

¿Dónde está? ¡¡¿Es qué no lo ves?!! ¡A tu espalda! ¡Siempre a tu espalda!

¡Grita! ¡¡Más alto!! ¡¡Quiero escuchar tu voz!!

¡¡Fúndete con los montes, con las orillas, con los mares!! Así no te podrá encontrar.



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