No puedo dejar de desearla. Dejar de contemplar su cabello largo y brillante; y sus ojos grandes y castaños. Quiero inhalar el aroma de su piel y sumergirme en la delicadas curvas de su cuerpo. Hacerla mía.
Puniat me.
Puniat me.
Puniat me.
Hice un pacto hace unos años, en el cual prometí a aquel que gobierna las alturas no amar a nadie, a cambio de su bendición. Y a pesar de ello veo que soy incapaz de mantener mis palabras. Llegados a este punto, todo me da igual. Que la furia de Dios recaiga sobre mí, si ello conlleva estar a su lado; tocarla, besarla, sentirla.
Puniat me.
Puniat me.
Puniat me.
Deus, punial me, quia ego deside eam.
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